TARDES DE OCTUBRE
El otoño surge de tu pelo.
Es
silencioso. Basto.
Golpea mis
sentidos
como un
oleaje enardecido.
El
silencio.
Tu mirada…
Tiembla mi
cuerpo envainado entre tus brazos.
Intimida tu
mirada
a la
tormenta injusta del olvido.
Desprovisto
de razón
naufrago
por tu espalda;
cae la
tarde…
Tu abdomen;
piernas:
manos que
no dejan pasar
el más
mínimo detalle del momento,
y en tu
boca la palabra exacta;
comienza el
descenso de la noche.
Un
implacable río de tiempo
corre en tu
banqueta -no en tu cuarto-.
Tu cama nos
protege de una lluvia de segundos.
Tu almohada
es cómplice de nuestros besos.
Te miro. Te
observo.
Mientras la
luz intermitente de tus ojos
vuelca mis
caricias a tu rostro.
Tu pecho ha
tomado otra forma;
Erguido.
Seguro.
Como un
barco a la deriva
en un
segundo te bebe mi mirada.
La
metamorfosis de la tarde roja a la llovizna
nos despoja
por inercia la rutina.
Me hallo a
tu lado,
vencido por
tus ojos felinos;
desgarrado
por el matiz de tu sonrisa
en un
espacio de tiempo y de tortura.
Tu perfume
se ha quedado entre mis labios.
Adherido
como el alma de la carne.
Y nos
besamos nuevamente…
Intensamente
siento
las convulsiones
de los dos cuerpos.
Una pasión
que se contagia
y se
transmite de tu cuerpo hacia mi cuerpo.
Tu recámara
está impregnada
en
fragancias visuales de la luna.
Nos sacude
una onda tibia, profunda y verdadera
que
alimenta este momento.
Me abrazas.
Yo, ansioso
de llenarme
te aspiro
suavemente.
Tu ternura
se despliega y nos besamos.
En las
raíces de tu cuello
encuentra
mi boca su refugio.
Escucho tu
protesta
pero tus
manos siguen en mi espalda.
Adherido
estoy de tu cintura,
en el
límite de la carne y de la ropa.
La
respiración que se vuelve más profunda,
desea
consumir este momento:
todo. El
ambiente. La música.
Todo. Casi
a punto de fumarlo.
Lentamente
el conjuro se disuelve.
Una
armónica piedad
encuentro
en tu mirada.
Me besas…
La
oscuridad es un mosaico de visiones.
Todo acaba.
En
silencio,
todo acaba.
Ya nada
parece perdido.
Cuando haya
silencio, recordaré tu nombre,
y en el
silencio, te acordarás del mío…